Miércoles, 8/9/2021 – Sexta etapa: Ponferrada – Sarria
Distancia: 88:45 kms. – Tiempo: 5:24:27
La lluvia siguió cayendo durante la noche, así que ya nos imaginábamos cómo íbamos a encontrar el terreno de nuestra penúltima etapa, mojado y con barro.
Por estas circunstancias y para evitar salir pedaleando del interior de la ciudad, nos trasladamos en la autocaravana hasta la salida de Ponferrada para comenzar, desde ahí.
Como es lógico, necesitábamos un lugar amplio donde poder parar y preparar las bicis, así que aprovechamos el espacio de una gasolinera.
Según nos contó luego nuestra asistencia, tras repostar de gasoil, la propietaria de la gasolinera se interesó por el reto ya que llevamos 2 vinilos en la parte trasera de la autocaravana.
Incluso creyó que nosotros éramos sus hijos, no de sangre, pero sí que somos una familia. Al menos nos cuidan y nos miman como si fueran nuestros padres.
Su actividad diaria consistía, no sólo mantenerse lo más cerca posible de nosotros, sino que la autocaravana estuviera provista de todo lo necesario, así como sus cambios pertinentes de aguas.
Nos perdimos el almuerzo de equipo en la penúltima etapa
Ese día no pudimos almorzar con ellos por la cantidad de agua que nos cayó y la dificultad de que llegaran hasta donde estábamos.
Eso sí, nos perdimos las 2 empanadas hechas a leña que nos compraron en Piedrafita de Cebrero (Una de chorizo y panceta y otra de carne), pero en común, el ingrediente que nunca les faltó con nosotros, el cariño que le ponían.
En cambio, Jesús, Raúl y yo tuvimos que parar a comer sólo un guiso de carne con papas porque el frío ya no nos permitía pedalear.
Lo del “sólo un guiso” no era porque en el bar no tuvieran algo más para comer, sino que a nosotros no nos llegaba el dinero en efectivo para el menú completo, eso sí un cuenco entero para los tres.
¡Si sólo quieres vivir con un guiso y un café con leche, sin monedas, a la calle no te eches!
Cruzamos por una carretera estrecha con muchos árboles. No sabíamos si nos llovía más entre ellos o cuando salíamos de la zona.
Tuvimos una parte que se nos hizo bastante dura, una subida muy pronunciada, de 5 kms de recorrido.
Debido a la lluvia, no pudimos hablar con muchos peregrinos, lo que sí recordamos es a 3 chicas italianas, que también iban en bici y tomando Red Bull, no sé si sería por lo de que esta bebida “te da alas.
Lo que nunca olvidamos es que nos sellen nuestros pasaportes por donde pasamos, ya sea parroquias, bares o albergues.
Al llegar a la iglesia de Santa María A Real do Cebreiro nos pusieron 2 sellos diferentes y al salir nos resultó curioso tener el cementerio, justo al lado.
El puente de Sarria como final de la penúltima etapa
Nuestra meta de hoy es la villa de Sarria (Lugo) y la baña el río de su mismo nombre y que fluye en el Miño.
Por fin, sobre las 18;30 h, llegamos allí, con muchas ganas de comer y de calmar el frío que la lluvia nos dejó en el cuerpo. Está de más decir que las empanadas volaron.
Ya, por hoy, mi día había terminado.
Tenía lo que necesitaba en aquel momento, un lugar donde tumbarme y el río junto a la autocaravana con sus aguas tranquilas que me aportaban relax.
Sólo quería descansar y estar, física y mentalmente preparado, para la última etapa y culminar este reto que tanto tiempo le hemos dedicado.
En cambio, los compañeros sí que se acercaron a tomar una “cerveza del peregrino” al otro lado del río.
Se escuchaba una música bastante alta por lo que pensábamos que había alguna fiesta local en Sarria, pero luego ellos me confirmaron que se trataba de una fiesta particular, con un grupo de música incluido.
¿Estuvo la suerte con ellos o fue la magia del camino?
La cuestión es que entraron en la fiesta sin pagar la entrada. Claro está, ya estaba terminando y el grupo, en poco, se iba de allí.
Al menos pasaron un rato despejando su cabeza y en unas pocas horas ya estaríamos de nuevo en marcha.
¡Como el primer día, con el maillot naranja puesto y mucha ilusión, para cumplir con los 100 kilómetros que nos separan de Santiago!
